La homeopatía es un tipo de curanderismo. El pensar que algunos enfermos escogen la homeopatía en vez de tratamientos médicos es muy preocupante. En muchas ocasiones estas personas pierden la oportunidad de aliviar sus síntomas, de curarse o de seguir vivas.
Algunas personas dicen que solo utilizan la homeopatía para problemas de salud menores, pero que cuando tienen una enfermedad se someten a los métodos diagnósticos y siguen los tratamientos de la medicina científica1. ¡Menos mal! Entonces, parece que el estar no bien del todo, pero sin estar realmente enfermo, hace que ciertas personas busquen algo que les sirva para tratar los trastornos que sienten. En estos casos quizá no haya por que preocuparse, ya que están tomando agua, como se describe más abajo.
En cambio, cuando una persona enferma, en vez de seguir un tratamiento cuya eficacia ha sido demostrada para aliviar los síntomas o curar, consume productos homeopáticos, se está privando de la oportunidad de mejorar. Y esto no lo debería permitir ningún médico ni ningún farmacéutico, y mucho menos propiciarlo.
La filosofía de la homeopatía fue propuesta en el siglo XVIII y se basa en un aforismo hipocrático: “similia similibus curantur” (lo similar cura lo similar). Recordemos que Hipócrates fue un médico griego que vivió entre los siglos V y IV antes de Cristo, y a él se le atribuyen varias decenas de libros, que, en realidad no se sabe quién escribió, pero que fueron la base de la medicina desarrollada por Galeno en Roma entre los siglos II y III después de Cristo. La medicina galénica se empleó en Europa durante la época medieval hasta el Renacimiento, cuando empezó el desarrollo de la medicina actual, la medicina científica.
Por lo tanto, la homeopatía es una filosofía, no una ciencia, que considera que lo que produce un síntoma o una enfermedad, administrado en cantidades muy muy pequeñas, infinitesimales, puede aliviar el mismo síntoma o curar la misma enfermedad. Es decir, un producto homeopático es una sustancia muy diluida que en su forma no diluida provoca el síntoma que quiere eliminar. Por ejemplo, si se sabe que una sustancia produce dolor de cabeza, siguiendo el principio de la homeopatía, al administrar dicha sustancia en una concentración pequeñísima a una persona con cefalea el dolor de cabeza desaparecerá. ¿Cómo pasa esto? Nadie lo sabe. Hay que creerlo porque nunca se ha demostrado.

La eficacia de la homeopatía nunca se ha demostrado científicamente en las distintas situaciones en las que se ha aplicado, ni en experimentación básica ni clínica. Es una práctica que se atribuye facultades curativas basadas en las sensaciones de los que la consumen: “A mí me sirve”, “A mí me va bien”, “Pues a mí me funciona”. Esto es todo lo que encontramos cuando investigamos sobre la eficacia de los productos homeopáticos.
Por ejemplo, el Oscillococcinum® es un producto homeopático patentado que se fabrica a partir de un extracto de corazón e hígado de pato calentados a una alta temperatura, y que después es diluido muchas veces en agua. Se vende para curar y prevenir la gripe. El que inventó este producto, en 1925, antes de que se supiera que la gripe la produce un virus (el virus de la gripe se aisló en 1933), dijo que su extracto de vísceras de pato contenía la misma sustancia que la “bacteria” que él creía que causaba la gripe y que, por ello, siguiendo el principio de la homeopatía, usando cantidades muy pequeñas, su producto servía para curar y prevenir la gripe. Este individuo dijo que había encontrado esta bacteria, a la que llamó Oscillococcinum (como el producto homeopático actual) en personas que habían padecido la gripe. Nunca nadie ha aislado tal bacteria. Pero este extracto de vísceras de pato se sigue produciendo, vendiendo y usando para la gripe. En los estudios realizados nunca se ha demostrado que Oscillococcinum® sirva para curar o para prevenir la gripe2. Normal. ¿Por qué este extracto es de hígado y corazón de pato y no de riñón de vaca o de páncreas de cerdo? Quizá porque el que lo inventó tuvo más a mano un pato al que eviscerar. No se sabe.
Los resultados de las encuestas de salud realizadas en España entre 2011 y 2017 muestran que la mayoría de los consumidores de productos homeopáticos los utilizan solo como complemento a los tratamientos médicos convencionales. Pero se observa que entre los usos más frecuentes de la homeopatía está el tratamiento de los tumores malignos, lo que es muy preocupante; y también que un alto porcentaje de los consumidores de homeopatía rechazan recibir vacunas1. Esto último es realmente sorprendente, porque si algún sentido tiene la teoría de “lo similar cura lo similar”, es el mecanismo de acción de las vacunas, que sí está demostrado (a diferencia de los mecanismos de acción de la homeopatía que siguen siendo teorías no demostradas): una pequeña cantidad del germen (una o varias proteínas) que causa la enfermedad infecciosa estimula la producción de anticuerpos y células inmunitarias en la persona vacunada, y, si después este germen entra en su organismo, estos anticuerpos y células inmunitarias lo destruirán, impidiendo la infección. Repito, esto sí está demostrado, pero no es homeopatía, es el mecanismo de acción de las vacunas.

Ningún tratamiento homeopático ha demostrado eficacia en ensayos clínicos comparativos y reproducibles. A pesar de ello, la homeopatía está difundida por todo el mundo, y existen facultades de medicina, clínicas y hospitales donde se enseña y practica. En muchos países las preparaciones homeopáticas están reguladas y consideradas como medicamentos, y su prescripción es un acto médico restringido a los profesionales de la medicina. Concretamente, la directiva de la Unión Europea (2001/83/EC) que regula los productos medicinales para humanos, incluye a los productos homeopáticos como medicinas3, y parece que no existe ninguna intención de cambiar esta extraordinaria actitud por parte de las autoridades europeas.
Por cierto, tampoco se ha demostrado ninguna eficacia en los ensayos realizados en animales, pero en algunas clínicas veterinarias se dan tratamientos homeopáticos. También los veterinarios científicos, como los médicos científicos, alertan de que no se debe usar la homeopatía para tratar animales enfermos4,5.
La homeopatía no es medicina. Sin embargo, constituye un gigantesco negocio, el de los productos homeopáticos.
Por poner solo un ejemplo, la página web de la British Homeopathic Association6 muestra un listado de todos los productos homeopáticos que se pueden utilizar para el parto, indicando para qué momento o síntoma se deben utilizar. Algunos de ellos también se recomiendan durante un periodo antes del parto (así la embarazada los consume durante más tiempo): Cimicifuga, Caulophyllum, Gelsemium, Viburnum opulus, Arnica montana, etc., hasta 34 productos diferentes. Ninguno de estos productos homeopáticos ha demostrado su eficacia para ninguna de las situaciones recomendadas. El embarazo y el parto son situaciones muy delicadas, en las que pueden ser necesarias intervenciones médicas urgentes y específicas para preservar la salud y la vida de la embarazada y del recién nacido, y no es aceptable que en estas situaciones se administren productos homeopáticos, es decir, agua.
Se pueden poner miles de ejemplos. Cada producto homeopático tiene una historia sin base científica, muchas veces absurda. Cada uno está indicado para una o varias situaciones, todas ellas sin eficacia demostrada. Pero la homeopatía es un negocio millonario con muchos intereses, algunos visibles y otros no tanto. Si las autoridades responsables de la salud humana no son capaces de hacer frente a estos intereses, solo cabe que cada persona individualmente sepa qué es la homeopatía realmente y pueda decidir de manera racional al margen de la presión mercadotécnica.
Dra. Ana M. Cerro.
Doctora en Medicina y Cirugía y especialista en Inmunología Clínica
Bibliografía
1. Pinilla J, Rodriguez-Caro A. Differences in healthcare utilisation between users and non-users of homeopathic products in Spain: Results from three waves of the National Health Survey (2011-2017). Tsuzuki S, editor. PLOS ONE. 2019;14(5):e0216707.
2. Mathie RT, Frye J, Fisher P. Homeopathic Oscillococcinum® for preventing and treating influenza and influenza‐like illness (Review). Cochrane Database of Systematic Reviews [Internet]. 2015;(1). Available from: https://www.cochranelibrary.com/cdsr/doi/10.1002/14651858.CD001957.pub6/full?highlightAbstract=withdrawn%7Chomoeopathy%7Chomoeopathi%7Chomeopathy%7Chomeopathi
3. Directive 2001/83/EC of the European Parliament and of the Council of 6 November 2001 on the Community code relating to medical products for human use [Internet]. 2001. Available from: http://link.springer.com/10.1007/978-1-137-54482-7_45
4. Whitehead M, Jessop M, Gough A, Taylor N, Atkinson M, Hyde P, et al. Support for Defra’s position on homeopathy. Vet Rec. 2018;182(17):489–90.
5. Doehring C, Sundrum A. Efficacy of homeopathy in livestock according to peer-reviewed publications from 1981 to 2014. Vet Rec. 2016;179(24):628.
6. Labour and childbirth [Internet]. British Homeopathic Association. 2013. Available from: https://www.britishhomeopathic.org/charity/how-we-can-help/articles/womens-health/labour-and-childbirth/