Hoy he dado mi paseo diario por las calles de la ciudad y por un parque, y los pájaros cantaban alegres por todas partes. He oído muchos tipos de canto y he visto varias clases de pájaros, y algunos no se dejaban ver, pero estaban ahí.
También he notado un ruido entre la maleza del camino, he mirado y he notado que la hierba era movida por algún animalillo. Una paloma aleteaba ruidosa por encima de mi cabeza, dos veces, y las dos veces se ha posado en lo más alto de una farola, observándome mientras yo la observaba. He oído el motor de un vehículo que venía por detrás, y sin volverme para verlo notaba cómo se me iba acercando hasta pasar a mi lado.
He oído el sonido de las hojas de los árboles movidas por el viento suavemente, al tiempo que lo notaba en mi cara, fresco y seco. Además, he oído las pisadas de un perro y de su amo aproximándose a mí por detrás. Y así podría seguir contando los sonidos que he percibido durante mi paseo de hoy y los paseos de cada día. Pero no. Solo pretendo destacar una de las sensaciones que percibo cuando estoy en la calle, en un parque, en el metro, en un tren, en un avión, en un supermercado: oigo muchas cosas diferentes. Oír es un sentido muy valioso para la vida de los humanos.

Hoy en día, hay muchas personas que van con auriculares o hablando por el teléfono móvil casi continuamente. Se mueven por todas partes sin enterarse de los sonidos que existen en el lugar donde están. Oír los sonidos que nos rodean nos permite, entre otras cosas, ubicarnos. Esto lo saben muy bien las personas ciegas, que necesitan guiarse por el oído y otros sentidos mucho más que las personas que pueden ver.
Observemos cómo se mueven las personas que están escuchando el sonido de un aparato, sobre todo a través de auriculares. Como no perciben los sonidos que les rodean, se mueven como si fueran sordos, sin ajustar sus movimientos a los elementos próximos a ellos que emiten sonidos. No pueden saber si se acerca una persona, un perro, un vehículo, ni tampoco sabrán que los pájaros cantan hoy mucho más y están más alegres que hace unos días.
Si además de oír percibimos los olores y los colores y muchas otras sensaciones, si usamos todos los sentidos que la naturaleza nos ha dado, podemos reaccionar ante cualquier eventualidad que se produzca. Además, podemos sentirnos parte del mundo real en el que nos encontramos. Estar con los oídos tapados y llenos de sonidos extraños al sitio en el que estamos físicamente es algo que se aparta de la función natural del oído: detectar lo que nos rodea. También sirve para escuchar música, claro, en otros momentos, no mientras nos estamos moviendo en lugares con más personas y vehículos en movimiento.
Hay algo alienante en oír algo diferente a lo que está cerca de nosotros. Si esto ocurre cuando estamos quietecitos en un sitio, normalmente no pasa nada, o tal vez sí. Hay mensajes sonoros que se deberían escuchar, como, por ejemplo, el anuncio de la última parada del tren antes de retirarse a las cocheras, que hay que desalojar un edificio por alqún peligro, etc.
Los que tienen los oídos tapados, escuchando algo por los auriculares y al mismo tiempo se mueven (a pie, en bicicleta, en moto, en automóvil, esquiando, patinando, etc., porque hay gente para todo), se moverán de una forma imprevista para las personas que están cerca. Nunca se sabe qué va a hacer un corredor con auriculares, ni uno que va en bicicleta con auriculares…

Hace unos años, unos pediatras de un hospital estadounidense publicaron un breve artículo1 para llamar la atención sobre el peligro de utilizar dispositivos móviles con auriculares en la calle. Tuvieron la triste experiencia de atender a un adolescente que fue arrollado por un tren y que murió sin que pudieran hacer nada dadas las graves lesiones sufridas en el accidente. El chico iba escuchando algo con auriculares, no se percató ni de que se acercaba el tren, ni de la bocina del mismo, ni de las señales luminosas ni sonoras de aviso del paso a nivel, ni tampoco se enteró de que algunas personas le gritaban para alertarle del peligro. Iba absorto mirando y escuchando el dispositivo y no se enteró de nada. Era un chico sano, que oía y veía perfectamente.
Se ha demostrado que el uso de auriculares aumenta el riesgo de accidentes en peatones, debido al enmascaramiento de los sonidos y a las distracciones2,3. Y parece que los más jóvenes tienden a poner el volumen más alto en estos dispositivos4, y también que los usuarios aumentan el volumen durante el ejercicio físico y en el exterior, en general5.
Los casos de accidentes con consecuencias más o menos fatales, debidos a distracciones por el uso de dispositivos con auriculares, son evitables. Para ello es necesario un cambio de comportamiento, a partir de la toma de conciencia del riesgo. Y, ya de paso, la corrección de estas conductas, extrañas al uso natural del oído humano, sería buena para que las personas se movieran por los lugares públicos de una forma más civilizada, teniendo en cuenta a los demás.
Dra. Ana M. Cerro.
Doctora en Medicina y Cirugía y especialista en Inmunología Clínica
Bibliografía
1. Jamshidi R, Jamshidi MA. Headphones and handhelds as contributors to preventable trauma. Wilderness Environ Med. 2013;24(2):179–80.
2. Lichenstein R, Smith DC, Ambrose JL, Moody LA. Headphone use and pedestrian injury and death in the United States: 2004-2011. Inj Prev. 2012;18(5):287–90.
3. Stavrinos D, Byington KW, Schwebel DC. Effect of cell phone distraction on pediatric pedestrian injury risk. Pediatrics. 2009;123(2):e179-185.
4. Fligor BJ, Cox LC. Output levels of commercially available portable compact disc players and the potential risk to hearing. Ear Hear. 2004;25(6):513–27.
5. Hodgetts W, Szarko R, Rieger J. What is the influence of background noise and exercise on the listening levels of iPod users? Int J Audiol. 2009;48(12):825–32.